Felices 34, Virginia.

29 junio 2018.

Si hace un año, me llegan a decir que pasaría mi cumpleaños de baja, en plena quimioterapia y calva, hubiera flipado. Y luego me hubiera dado un ataque de ansiedad. Fijo.

Así que por un lado, estoy triste: no estoy en mi mejor momento, me falta alguien importante en mi vida que se fue en mayo, estoy de baja, sin fecha de vuelta, ni siquiera sé cuándo podré volver al gimnasio, así que mucho menos sabré cuándo estaré bien. Pero por otro, tengo a mi familia y a mis amigos a mi lado, dándome todo su cariño y apoyo, y recordándome día a día que todo esto pasará. Que llegará la calma, llegará un día en el que las cosas se ordenen.

Para una inquieta compulsiva, esperar esa calma se hace largo. Soplar las treinta y cuatro velas, sin poder avanzar en nada en mi vida, se hace largo y pesado. Tengo la sensación de que todo a mi alrededor va deprisa, todos los que me rodean siguen adelante, y yo estoy quieta, con los pies anclados sin poder avanzar. Es lo que tiene la vida, que no se puede predecir qué pasará, ni quién estará a tu lado.

Felices 34 Virginia, al menos, estás viva.

 

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