Sevilla, Valencia y Bilbao

26 julio 2018

Hace tres días que Carmen y Enrique se han ido. Hace tres días que Sevilla y Valencia respectivamente han dejado aquí toda la fuerza. Y es que estos dos, estos dos monitos como nos llamamos cariñosamente, han cruzado medio país para verme, para abrazarme y para decirme que, durante esta tormenta, estarán a mi lado. Aunque Enrique me rompa el paraguas, da lo mismo, nos mojaremos juntos los tres.

Enrique empezó siendo mi compañero de trabajo, quien me enseñó junto a Pilar a despegar en mi oficina. Enrique es a quién llamaba cuando me desesperaba, cuando no encontraba algún dato, o al primero con quien hacia un Skype si había algo que celebrar en la ofi. Juntos hemos unido Barcelona-Bilbao cuando lo hemos necesitado para sacar el curro adelante y juntos nos hemos reído lo indecible vía Skype con grandes amigos y compañeros como Pilar, Bego o Carmen.D. Que el trabajo sea duro no quita para que acabes teniendo a los mejores amigos, y Enrique es uno de ellos.

Carmen C, vino después, pero debe tener la misma tara mental que Enrique y yo, y esta vez, tras la formación de Enrique, fui yo la que la ayudaba cuando se perdía como me perdía yo en mis primeros días en la oficina. O me llamaba por una duda, y acabábamos arreglando el mundo, poniéndonos al día de los modelitos de Zara, y haciendo nuestras rutas imaginarias de restaurantes por el mundo. Carmen es la que cada día me llamaba para saber si en Bilbao llovía, y aprovechaba para darme envidia del solazo de Sevilla, o a la que mandaba fotos de San Mamés cuando su equipo del alma visitaba la Catedral.

Y los dos, se vinieron hace tres días a Bilbao, desde Sevilla y Valencia, para conocer el Guggenheim, la Basílica de Begoña, San Juan de Gaztelugatxe y los mejores restaurantes de Bilbao. Cruzaron el país para conocer la tierra donde el azul el verde y el gris, son parte de nuestra vida, y sobre todo, vinieron para darme ese abrazo que solo los amigos saben dar, y que te arregla todos los males.

Gracias Carmen, gracias Enrique. Por cambiar vuestras vacaciones en algún lugar paradisíaco o una playa soleada por estos días conmigo. Gracias por quererme, apoyarme y abrazarme todos los días desde la distancia. Por estar pendientes de cada foto en quimio, de cada consulta y de cada #breathe en Instagram. Gracias, por ser los mejores amigos y personas que podía tener en mi vida. La vida te manda guerras que parecen imposibles de vencer, y el karma te pone a tu lado a los mejores guerreros para levantarte cuando no puedes más. Y vosotros sois de esos que jamás bajan la espada.

Os quiero.

 

1 comentario
  1. Carmen Dice:

    No hay lugar más paradisiaco que el lugar donde está la gente que queremos. Y si le sumamos un buen Rioja y un chuletón (bueno, dos) mucho mejor 😀

    Nos debes la visita tú ahora.

    ♥️

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